EL REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES

 

¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero pierdes tu propia alma?" (Marcos 8:36, NTV).

 

Sin duda que todos los reyes que ha tenido nuestro mundo han sido grandes conquistadores porque han conquistado naciones para sí, las sometieron y se adueñaron de sus riquezas; pero fueron reinos temporales. Un David y su hijo Salomón en Israel, un Nabucodonosor de Babilonia; un Ciro, Darío y Artajerjes de Medo Persia; un Alejandro el Grande de Grecia, un Nerón y Calígula de Roma, un Jesús de Galilea, un Napoleón Bonaparte de Francia, un Hitler de Alemania, Un George Washington en USA, etc. pero de todos ellos ¿Qué herencia nos dejaron a la humanidad como para recordarlos? Algunos sirvieron y adoraron a Dios y fueron llenos de sabiduría como David y Salomón; otros, dieron libertad a su pueblo como George Washington; algunos más, lo esclavizaron y lo llevaron a la ruina como Nerón y Calígula; otros fueron instrumentos de Dios para predicar el evangelio en naciones paganas como Nabucodonosor y los reyes de Medo Persia, algunos más fueron vencidos en la batalla como Napoleón y Hitler, etc. pero ¿Murieron con alguna esperanza de resurrección de vida eterna?

 

Hoy quiero hablarte de Alejandro el Grande, y compararlo con la vida de Jesús, nuestro Rey. Así como pudiera hablarte de cualquiera de los reyes mencionados arriba, ya que todos conquistaron algún reino, pero Jesús conquistó a todos porque les dio una oportunidad de servicio a la humanidad mirando desde el cielo. Ya que Jesús es, y ha sido el Rey del Universo, el Creador de todo los reinos de este mundo, y de Él son todos.

        Alejandro Magno fue rey de Macedonia (hoy Grecia) desde 336 a.C. hasta su muerte. Hijo y sucesor de Filipo I de Macedonia y Olimpia de Epiro, su padre lo preparó para que reinara, proporcionándole una experiencia militar y encomendando al gran filósofo Aristóteles. Su formación intelectual. Murió en Babilonia el 13 de junio de 323 a. C., con 33 años, habiendo conquistado uno de los mayores imperios mundiales.

        Me gusta el poema "Los conquistadores", de Charles Ross Weede:

Jesús y Alejandro murieron a la edad de treinta y tres años, uno vivió para sí, el otro, para ti y para mí. El griego murió en un trono; el judío sobre una cruz; la vida de uno pareció ser triunfal, la del otro, una gran derrota.

        Uno dirigió grandes ejércitos, el otro anduvo solo con doce hombres. Uno derramó la sangre en todo el mundo; el otro dio su sangre para ganarlo. Uno conquistó el mundo durante toda su vida, pero lo perdió a su muerte; el otro perdió su vida para ganar la fe y la confianza de todo el mundo.

        Jesús y Alejandro murieron a los treinta y tres años, uno murió en Babilonia, el otro sobre el Calvario. Uno ganó todo para sí, el otro se dio a sí mismo. Uno conquistó todos los tronos; el otro, todas las tumbas.

        Uno se erigió como un dios; Dios se humilló a sí mismo. Uno vivió solo para matar y conquistar; el otro vivió para bendecir y para amar.  Cuando el griego murió, cayó para siempre su trono de espadas; cuando Jesús murió, resucitó para vivir como Rey de Reyes y Señor de señores.

        Jesús y Alejandro murieron a los treinta y tres, El griego esclavizó a los hombres; el judío los libertó, uno fundó su trono sobre la sangre; el otro sobre el amor. Uno tuvo su origen en la tierra; el otro, en el cielo.

        Uno conquistó toda la tierra, pero perdió la tierra y el cielo; el otro lo entregó todo para poder recibirlo todo, El griego murió para siempre; el judío, vive para siempre. Uno perdió todo lo que conquistó; el otro ganó todo lo que entregó.

 

 

Y al final del tiempo, solo quedó un registro de la historia de todos los reyes de la tierra en los libros del cielo, y como dijo el rey Salomón: “El fin de todo discurso hablado es este. Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo para el hombre. Pues Dios juzgará toda obra, buena o mala, aun la realizada en secreto” (Eclesiastés 12:13-14). Y solo Uno, Jesús, los juzgará a todos porque que vive para siempre, desde la eternidad hasta la eternidad. En este día, Jesús quiere conquistarte para darte una esperanza, salvarte y darte la oportunidad de vivir eternamente en su reino cuando regrese como Rey de reyes y Señor de señores.  Yo, sin dudas, me quedo con el Rey de Galilea, Jesucristo, mi Rey. ¿Y tú con quién te quedarás y a quién seguirás?