LA GUERRA Y LOS CAMPOS DE BATALLA

“Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles” (Apocalipsis 12:7).

 

Si tuvieras que describir tu Iglesia, ¿qué ilustración usarías: un club o un ejército? ¿Un picnic o un campo de batalla? ¿un lugar apartado para Dios o un lugar de mucho ruido e irreverencia? ¿Un lugar para encontrar la paz o un lugar para guerrear espiritualmente? En este momento, Israel está en guerra contra Gaza, la antigua Ciudad de los Filisteos, los enemigos más antiguos del Israel de antaño. Y nosotros también estamos en guerra constante contra nuestros enemigos más antiguos, los pecados del mundo: el orgullo, la soberbia, la lujuria, la mentira, el odio, el rencor, el adulterio, la lascivia, la envidia, los celos, los pleitos, la infidelidad para con Dios, etc. porque desde que Satanás fue echado del cielo, nos hace la guerra, porque conoce nuestra naturaleza caída sin Cristo. Sin embargo, la Biblia nos da la victoria segura a través del apóstol Pablo quien nos da el consejo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).  El conflicto o guerra espiritual en la tierra, ha ocurrido con todos los hijos de Dios, en diferentes momentos de la historia, con los mismos protagonistas (Cristo y sus ángeles vs el Diablo o Dragón y sus ángeles) y diferentes participantes (todos los seres humanos en sus diferentes etapas de la historia) que interactúan en el campo de batalla. Y el lugar que se disputa, el corazón del hombre, que, en su libre albedrío, decide adorar al Creador (Cristo) o adorar a Satanás.

 

LA PRIMERA BATALLA OCURRIÓ EN EL CIELO. Dice la Escritura: “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apoc. 12:7-9). De un lado luchan Miguel (Cristo Jesús) y sus ángeles; del otro, el enemigo y su ejército del mal. La identidad del gran antagonista de Dios fue revelada como dragón, serpiente, diablo, Satanás y engañador. Él y sus ángeles fueron derrotados y lanzados a la Tierra. Y todo por envidiar la posición del Señor Jesús, siendo Uno igual a Dios.

 

LA SEGUNDA BATALLA TIENE COMO CAMPO DE ACCIÓN, LA TIERRA, en la que Dios puso a Adán y Eva en el Edén, y en el que después de haber sido tentados, cayeron. Dice la Escritura: “Tomó pues Dios al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara, y le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás» (Génesis 2:15-17). Y sigue hablando la Escritura: “Pero la serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el Señor había hecho, así que le preguntó a la mujer: —¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín? —Podemos comer del fruto de todos los árboles —respondió la mujer—. Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: “No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán”. Pero la serpiente le dijo a la mujer: —¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal. La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió. En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera. Cuando el día comenzó a refrescar, el hombre y la mujer oyeron que Dios el Señor andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás? El hombre contestó: —Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí. —¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? —le preguntó Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? Él respondió: —La mujer que me díste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer: —¿Qué es lo que has hecho? —La serpiente me engañó, y comí —contestó ella” (Génesis 3:1-13).

Entonces viene la promesa de un Salvador que vendría a restaurar a la humanidad al Edén nuevamente. Dice la Escritura: “Y pondré enemistad entre ti (Dios habla a Satanás) y la mujer, y entre tu simiente (los que no hacen la voluntad de Dios) y la simiente suya (Esta se refiere exclusivamente a Cristo); ésta te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón» (Génesis 3:15). Pasaron cuatro mil años y de nuevo el dragón trata de destruir a Cristo enseguida de su nacimiento. Toda la vida del Señor fue marcada por un intenso conflicto contra el mal, por tentaciones diversas, oposición, provocación y, finalmente, Satanás hirió o mordió a Cristo en el talón, sinónimo de la crucifixión. Porque al crucificar a Cristo como Dios, Dios es eterno y nunca muere, es sinónimo de hacer una herida en el talón. Y de esta manera, Cristo le venció en la Cruz del Calvario, y lo aplastará como una serpiente por la cabeza, sinónimo de que será echado al lago de fuego y azufre, y será eliminado para siempre.

 

  LA TERCERA BATALLA SE TRABA CONTRA LA IGLESIA CRISTIANA. Al principio del cristianismo, el Diablo usó a los Judíos, entre ellos Saulo de Tarso (posteriormente Pablo), comandado por los dirigentes de aquel entonces, Anás y Caifás, para perseguir a los cristianos (Hechos 8:1-7), aunque Saulo pensaba que estaba haciendo lo correcto ante Dios, hasta que Cristo Jesús le aparece en el camino a Damasco (Hechos 9:1-6) y este, es llamado al ministerio como “un Instrumento Escogido” (Hechos 9:15) para dar salvación a los gentiles. Y de ahí, que se predicó el evangelio a los gentiles por toda Asia porque Dios utilizó al apóstol Pablo, llamado el  Apóstol más grande de los Gentiles. Posteriormente, la Iglesia es perseguida por más de 200 años por el Imperio Romano (Aprox. Año 100 hasta el 313) hasta el Decreto de Millán o libertad religiosa. Después durante la Edad Media, la “mujer”, símbolo profético de los fieles, es sustentada y protegida directamente por Dios, por 1260 años (Apoc. 12:6, 14), desde el año 538, cuando el papado se estableció y reinó durante la Edad Media, en la cual no se leyó la Biblia y al mundo se le negó la Palabra de Dios, hasta el año 1798, cuando el General Alejandro Berthier se llevó cautivo al Papa Pío VI, el mayor período de opresión que el cristianismo sufrió. Durante este período, la verdad fue echada por tierra: “…y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó” (Daniel 8:12). Y dentro de esto, los dos mandamientos de la “Ley de Dios” que tienen que ver directamente con la adoración, en espíritu y verdad, hacia Dios. EL SEGUNDO MANDAMIENTO que dice: “No te harás imagen alguna, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra, no te postrarás ante ellas, ni les darás culto. Porque yo soy el Señor fuerte y celoso… (Éxodo 20:4-6). Asimismo, EL CUARTO MANDAMIENTO que tiene que ver con el DÍA DE ADORACIÓN como dice la Escritura: “Acuérdate del día sábado para santificarlo, seis días trabajarás y harás todas tus labores, pero el séptimo día es sábado, día de reposo para el Señor tu Dios. No hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo… Porque en seis días el Señor hizo los cielos y la tierra, y reposó el séptimo día. Por lo tanto, el Señor bendijo el día sábado y lo santificó” (Génesis 2:1-3). Y mientras que en su lugar se puso un día de adoración pagano, en el que se ha adorado al dios sol desde los días de los Egipcios, los Incas, los Mexicas, los teotihuacanos hasta el tiempo de los Romanos. Dice la historia: “Ley dada por  Constantino, relativa  al  día de descanso, el 7 de marzo del año 321: “Que todos los jueces  y habitantes de la ciudad, y  todos  los  mercaderes y artesanos  descansen  en EL VENERABLE DIA DEL SOL.  Empero que labradores atiendan en completa libertad al cultivo de los campos; ya que  acontece que ningún otro día es tan adecuado para la siembra del grano y para plantar  la viña; de aquí que no se deba dejar el tiempo favorable por el cielo” (Codex Justinianus, Libro 3, titulo 12  y  párrafo 2(3); Cuerpo del Derecho Romano T4, pág. 333). “La Iglesia... tomó el domingo pagano y lo convirtió en domingo cristiano... y así el domingo pagano, dedicado al sol se convirtió en domingo cristiano consagrado a Jesús” (El Mundo Católico, Vol. 58, n° 338, pág. 809). “"Podrás leer la Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis, y no encontrarás ni una sola línea que autorice la santificación del domingo. Las Escrituras mandan la observancia religiosa del sábado, el día que nosotros nunca santificamos" (Cardenal James Gibbons, La fe de nuestros padres, edición 88, pág. 89). “El domingo es nuestra Marca de autoridad... La Iglesia está sobre la Biblia, y la transferencia de la observancia del sábado es prueba de ello" (Catholic Record, 1 de Septiembre de 1993). "Por supuesto, la Iglesia Católica reafirma que el cambio fue su acto....y ese acto es la Marca de su poder eclesiástico y autoridad en materias de religiosas" (Carta del 28 de Octubre  de 1895, de C. F. Thomas). “La Iglesia Católica cambio la observancia del Sábado al domingo como derecho divino e infalible autoridad dada a ella por su Fundador, Jesucristo. El Protestante que clama a la Biblia como única regla de fe, no tiene garantía en la observancia del domingo. En este asunto, solamente la Iglesia Adventista del Séptimo Día es la única protestante persistente “(The Question Box. The Catholic Universe Bulletin, August 14, 1942. p. 4)”.                

Dice una escritora: “El poder papal procuró ocultarle al pueblo la Palabra de verdad y poner ante él testigos falsos que contradijeran su testimonio. La Biblia fue prohibida por las autoridades civiles y religiosas, su testimonio fue pervertido y se hizo cuanto pudieron inventar los hombres y los demonios para desviar de ella la atención de la gente, y los que osaban proclamar sus verdades sagradas fueron perseguidos, entregados, atormentados, confinados en las mazmorras, martirizados por su fe u obligados a refugiarse en las fortalezas de los montes y en las cuevas de la tierra” (Conflicto de los Siglos, p. 310).

 

LA CUARTA BATALLA SE DA CONTRA EL REMANENTE DE DIOS. Dice la Escritura: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apoc. 12:17). Al final del tiempo, hay un remanente fiel como los fieles de la Iglesia Pura del Cristianismo Apostólico, que guardan los Diez Mandamientos de Dios (Éxodo 20:3-17) incluyendo el sábado bíblico; y tienen la Fe de Jesús (Apoc. 14:12). Este remanente trata de obedecer por gracia, la Escritura conforme un “Escrito Está” o “Así dice el Señor”. El dragón está enojado contra los fieles en el tiempo del fin y trata de hacerlos fallar, y tratará de perseguirlos para que dejen de obedecer los principios divinos.

Dice una escritora: “A medida que el pueblo de Dios se acerca a los peligros de los últimos días, Satanás sostiene fervientes consultas con sus ángeles en cuanto al plan de mayor éxito para derribar su fe. Él ve que las iglesias populares están ya arrulladas para dormir gracias a su poder engañador. Mediante una sofistería agradable y milagros engañosos puede continuar teniéndolas bajo su dominio. Por lo tanto, dirige a sus ángeles para que coloquen trampas especialmente destinadas a los que esperan la segunda venida de Cristo y se esfuerzan por guardar todos los mandamientos de Dios. Dice el gran engañador: "Debemos vigilar a los que están llamando la atención del pueblo al sábado de Jehová; ellos inducirán a muchos a ver las exigencias de la ley de Dios; y la misma luz que revela el verdadero sábado revela también la ministración de Cristo en el santuario celestial, y muestra que la última obra por la salvación del hombre se está realizando ahora. Mantened la mente de la gente en tinieblas hasta que esa obra termine, y aseguraremos el mundo y también la iglesia (Testimonios para Ministros, 472).

 

ESTE ESCENARIO PERMANENTE DE GUERRA NOS RECUERDA QUE:

EL ENEMIGO NO DESISTE. En su desesperación por ocupar el lugar de Dios, Satanás cambia sus estrategias y aumenta la presión, pero no abandona el campo de batalla. Necesitamos estar preparados para enfrentarlo, revestidos con toda la “armadura de Dios” (Efe. 6:11, 13).

EL CORDERO ES EL VENCEDOR. La guerra entre un cordero y un dragón parece injusta, pero estamos hablando del Cordero de Dios, y nadie puede vencerlo, ni derrotar a sus seguidores. Por eso, la victoria está anunciada: “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles” (Apoc. 17:16).

  EN EL GRAN CONFLICTO, JESÚS ES EL VENCEDOR. Satanás será aplastado por la cabeza como una serpiente, es decir, es derrotado y echado al lago de fuego y azufre, donde está la bestia y el falso profeta (Apocalipsis 20:10) para ser eliminados de la tierra junto con todos los que obedecieron su voz y NO las Escrituras. Si te mantienes al lado de Jesús, tú también saldrás victorioso porque Él no pierde ninguna batalla. Dios te bendiga con todos los tuyos en este día y que camines al lado del General Victorioso, Jesucristo. Que Dios extienda su manto de protección alrededor de ti, tu familia y tus amigos, y con la ayuda de Dios venzas todas tus batallas.