"UN ENEMIGO VENCIDO"

"Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él" (Apocalipsis 12:9).

 

El 24 de enero de 1972, Shoichi Yokoi, sargento del Ejército Imperial Japonés, fue descubierto en la jungla de Guam, donde se había escondido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, casi 28 años después de que los estadounidenses recuperan el control de la isla en 1944. Cuando las fuerzas estadounidenses capturaron la isla en la Batalla de Guam, Yokoi logró escapar y esconderse, con otros diez soldados. Siete de ellos finalmente se fueron y tres permanecieron allí solo Yokoi sobrevivió. Dos pescadores lo descubrieron el 24 de enero de 1972. Pensó que su vida peligraba e intentó atacarlos, pero finalmente pudieron reducirlo. De Guam, fue repatriado al Japón, "Con mucha vergüenza, pero regresé", fueron sus primeras palabras a su regreso. Aunque pasó 28 años en aquella cueva, desde 1952 sabía que la Segunda Guerra Mundial había finalizado. ¿Por qué siguió escondido, entonces? Explicó: "A los soldados japoneses se nos enseña que es preferible morir a la desgracia de ser capturado vivo".

Como Yokoi, Satanás sabe que la guerra ya está perdida: en la cruz, Cristo ganó una batalla y también, la guerra. Pero, el enemigo de Dios es demasiado orgulloso para admitir sus errores; su ego le impide reconocer su derrota. Como Yokoi, es un enemigo vencido, pero no rendido. Y días tras día trabaja para ver cuantos mas se puede llevar con él a la destrucción y la perdición. Las Sagradas Escrituras dicen: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1ª Pedro 5:8). 

Elena de White le vió en visión: “Se me mostró a Satanás tal como había sido antes: un ángel excelso y feliz. Después se me lo mostró tal como es ahora. Todavía tiene una regia figura. Todavía son nobles sus facciones, porque es un ángel caído. Pero su semblante denota viva ansiedad, inquietud, desdicha, malicia, odio, falacia, engaño y todo linaje de mal. Me fijé especialmente en aquella frente que tan noble fuera. Comienza a inclinarse hacia atrás desde los ojos. Vi que se viene dedicando al mal desde hace tanto tiempo que en él las buenas cualidades están degradadas, y todo rasgo malo se ha desarrollado. Sus ojos, astutos y sagaces, denotaban profunda penetración. Su cuerpo era grande; pero las carnes le colgaban fláccidas en la cara y las manos. Cuando lo vi, tenía apoyada la barbilla en la mano izquierda. Parecía estar muy pensativo. Se le entreabrieron los labios en una sonrisa que me hizo temblar por lo cargada que estaba de malignidad y satánica astucia. Así se sonríe siempre que está por asegurarse una víctima, y cuando la sujeta en sus lazos, esa sonrisa se vuelve horrible” (Primeros Escritos, pág. 152).

Al igual que Yokoi, Satanás quedará condenado al aislamiento y la soledad. Después de la segunda venida de Cristo, será "encadenado" y condenado a vivir en este mundo, ya desolado sin habitantes. La Biblia dice: “ Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo (significa cáos, desolación), y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (Apoc. 20:1-3). No habrá ser humano para engañarlo. Solo él y sus secuaces, en un mundo frío, de tinieblas y oscuridad. Y ni así, después de ese período que pudo ser de meditación y recapacitación, reconocerá su error y se arrepentirá. Con los impíos de todas las edades, después de que Cristo los resucite del polvo, la resurrección de los malos,  lanzará su último ataque contra la Santa Jerusalén, la ciudad de Dios. Pero su final será en fuego y azufre como dicen las Sagradas Escrituras: “Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; …(Apoc. 20: 7-10).

Ahora la guerra se vuelve personal. Supongo que ya decidiste ponerte de parte del bando ganador, en el ejército de Cristo, un General Victorioso que Intercede, Salva, Aboga y Medía en nuestro favor a la derecha del Padre.. Sin embargo, tenemos el dilema diario de reconocer si estamos esforzándonos en el bando correcto y si nuestras energías están destinadas al avance del Reino de los cielos. Hoy, decide que todos tus pensamientos, palabras y acciones estén del lado correcto. Haz el bien en el nombre de Cristo Jesús y te irá bien. Dios te bendiga, te guarde y haga resplandecer su rostro sobre ti y ponga en ti paz.