LOS OJOS DE LA FE

«Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Elíseo, y dijo: Te ruego, oh Señor, que abras los ojos de Giezi para que vea. Entonces el Señor abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Elíseo» (2ª Reyes 6:16-17).

 

La Desesperación es una palabra que, seguramente, sobreviene cuando las situaciones por las que estamos pasando son extremas: ya quiero que todo esto termine para llevar una vida normal pero también estoy con el temor de que algo me pueda pasar a mí y a mis amados. Para nuestros jóvenes es difícil entender porque ellos quieren seguir una vida normal y cumplir con sus propósitos en la vida: terminar sus estudios, su carrera, superarse, casarse, tener una familia, etc. Dentro del tiempo que llevamos encerrados, por lo menos conozco cuatro casos de personas que ya descansaron por esta pandemia, un familiar, un pastor, dos hermanos de iglesia; y otros tantos mas que se debaten en el hospital. 

Cuando toda la realidad que puedes ver, sentir y tocar te dice que no hay salida sino incertidumbre, cuando lo que amenaza tu seguridad y la de los tuyos, o aun tu vida misma, es mucho más grande que tú y no tienes cómo enfrentarlo; entonces debes recordar que la única seguridad que nunca falla y que siempre ha estado contigo es la confianza en el Señor, quien nos dice: “Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios que te  esfuerzo. Siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi diestra victoriosa” (Isaías 41:10). 

Cuando el rey de Siria tenía guerra contra Israel, y en sus cámaras más secretas elaboraba sus mejores estrategias para derrotarlo, entonces el profeta de Dios, Eliseo, advertía a Israel y le decía: por tal y por tal lugar no pases porque tu enemigo te tiene una trampa, e Israel no era vencido. Entonces “el rey de Siria al saber que el profeta de Dios, Eliseo, estaba frustrando sus planes de conquista, envió allá todo un destacamento grande, con caballos y carros de combate a la localidad de Dotán, donde residía Eliseo a fin de acabar con su vida y solucionar el problema. Llegaron de noche y cercaron la ciudad. Por la mañana, cuando el criado del hombre de Dios se levantó para salir, vio que un ejército con caballos y carros de combate rodeaba la ciudad. —¡Ay, mi señor! —exclamó el criado—. ¿Qué vamos a hacer? —No tengas miedo —respondió Eliseo—. Los que están con nosotros son más que ellos. Entonces Eliseo oró: «Señor, ábrele a Guiezi los ojos para que vea». El Señor así lo hizo, y el criado vio que la colina estaba llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2ª Reyes 6:8-17).  

Dice una autora: “A medida que el pueblo de Dios se acerca a los peligros de los últimos días, Satanás sostiene fervientes consultas con sus ángeles en cuanto al plan de mayor éxito para derribar su fe. Él ve que las iglesias populares están ya arrulladas para dormir gracias a su poder engañador. Mediante una sofistería agradable y milagros engañosos puede continuar teniéndolas bajo su dominio. Por lo tanto, dirige a sus ángeles para que coloquen trampas especialmente destinadas a los que esperan la segunda venida de Cristo y se esfuerzan por guardar todos los mandamientos de Dios” (Testimonios para Ministros, pág. 472). Pero Dios está con todos aquellos cristianos que se mantienen fieles a la verdad del evangelio de Cristo y guardan sus mandamientos.

Hoy en día, Satanás pone muchas trampas de forma secreta a los hijos de Dios: incertidumbre del futuro, inseguridad, miedo por todo lo que estamos viviendo, desesperación, depresión, etc. pero Dios te da la confianza a través de sus promesas, y al igual que al profeta Eliseo, te rodea con un ejército celestial de ángeles alrededor de tu casa, con sus brazos de amor y de protección; y te da la confianza de que está contigo como lo prometió a través de Jesús: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).  

Con Dios siempre somos mayoría y más fuertes que nuestros enemigos. No nosotros, que somos débiles y falibles mortales, sino quienes están, invisibles, a nuestro lado, de parte del mundo celestial. Lo único que necesitamos es que se abran nuestros ojos. Quizá no se abrirán de tal forma que veamos literalmente al ejército divino que nos rodea y protege, pero con los ojos de la fe, basados en las promesas de Dios, podemos ver la realidad con otra mirada, llena de valor, seguridad y esperanza.

Cuando pases por situaciones límite, y estés a punto de entregarte a la desesperación, refúgiate en este incidente y recuerda que hay un mundo invisible, compuesto por el Dios todopoderoso y sus ángeles, que es tan real como lo que ves y sientes, y que ellos están dispuestos a intervenir en tu vida para protegerte y librarte de mil peligros. Si tienes que salir a la tienda o al super a comprar tus víveres o a trabajar, hazlo con la confianza de que Dios cuida de ti, de que su santa presencia estará contigo a dondequiera que vayas. Solo pon tu vida en sus manos y encomiéndate a él.