DIOS TE ESTÁ BUSCANDO

Y oyeron la voz de Yahvé Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Yahvé Dios entre los árboles del huerto. Mas Yahweh Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? (Génesis 3:8, 9).

 

El texto bíblico de reflexión para hoy me resulta bellísimo, por la forma tan natural que retrata el tipo de relación que Dios tenía con la pareja edénica: dice que Dios “se paseaba en el huerto, al aire del día”. Era una visita habitual, bienvenida y feliz que tenían Adán y Eva en su hogar edénico. Había una relación estrecha, sin barreras, natural, entre Dios y sus hijos terrenales. Adán y Eva estaban vestido con ropas celestiales como las de los Ángeles por eso podían tener comunicación directa con Dios.  Y como dice la Escritura, Dios “se paseaba...” Me lo imagino habitualmente caminando en forma distendida, con paso lento, lleno de deleite y satisfacción al contemplar la hermosura de sus obras de arte natural; feliz porque en ese ambiente maravilloso iba a visitar a sus hijos queridos, a sus amigos.

Sin embargo, el pecado arruinó toda esa felicidad. Aunque para ellos era común encontrarse con Dios en su hogar, en medio de la naturaleza, ahora “el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Génesis 3:8). El pecado siempre produce eso: huir de Dios, esconderse de él, evitarlo porque nuestra culpabilidad nos aparta de su gloria. Pero Dios tenía un plan para salvar al hombre caído, y no esperó a que el hombre se acercara para pedir perdón o para solucionar el drama en el que se había metido. No; Dios mismo se acercó, buscó al hombre y abrió el diálogo con una pregunta: “¿Dónde estás tú?” En otras palabras: “¿Dónde te has colocado, espiritualmente, moralmente, en tu relación conmigo, contigo mismo, con la vida?” En ese plan, estaba de por medio el sacrificio de Cristo Jesús quien en un futuro vendría a salvar a la humanidad caída para nuevamente restaurarla al Edén perdido. Está Escrito: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:16-19).

Hoy, Dios te hace la misma pregunta: ¿Cuál es tu posición espiritual y tu lugar en el mundo? ¿Estás perdido y apartado de Dios en las drogas, en los vicios, en la pornografía, en el ateísmo, en el escepticismo o en los placeres y riquezas del mundo, o en las tradiciones humanas?  Porque como dice la Escritura: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16:26-27). No importa dónde te encuentres, desde el punto de vista psicológico, moral y existencial, la voz amorosa de Dios te llama hoy, preguntándote ¿dónde estás? y, lo más importante, dónde quieres estar realmente. ¿Vivir en una relación personal con Dios como Adán y Eva antes del pecado, en donde tenían el sustento y la seguridad de la salvación? O ¿Vivir en pecado, apartado de Dios y huyendo de su presencia en peligros de muerte?

Lo más maravilloso es que, tu esperanza de salvación no radica en tu frágil y a veces inconstante búsqueda de Dios, sino en el hecho de que Dios es el que te está buscando permanentemente, como el Buen Pastor. Y por eso te dice: " Yo soy el buen Pastor, el Buen Pastor da la vida por sus ovejas… Yo soy el buen Pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen a mí. También tengo otras ovejas que no están en este redil, aquellas es menester que vengan para que escuchen mi voz; y entonces habrá un redil y un solo Pastor"(Juan 10:11, 14 y 16). Dios te está buscando hoy, no te escondas de Él porque quiere salvarte. A mí ya me encontró y me salvó; y me dijo que me amaba, y hoy me lleva cargado en sus brazos de amor, y vendó mis heridas: me dio su perdón, su gracia y su salvación por la sangre de Cristo, su Hijo. Búscale y lo encontrarás: “ Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13). Que la sangre de Cristo sea tu Escudo de protección contra todo lo malo que está pasando en el mundo, y que Dios te esconda bajo sus alas divinas para que estés seguro en este día. Shalom.