NUESTRA VIDA, EN LAS MEJORES MANOS

Hubo un día cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse delante del Señor, y Satanás vino también entre ellos.  Y el Señor dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Entonces Satanás respondió al Señor, y dijo: De recorrer la tierra y de andar por ella.  Y el Señor dijo a Satanás: ¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay ninguno como él sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Respondió Satanás al Señor[a]: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No has hecho tú una valla alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene, por todos lados? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus posesiones han aumentado en la tierra.  Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, verás si no te maldice en tu misma cara (Job 1:6-11).

Antes de la venida de Cristo a esta tierra, Satanás tenía acceso al cielo todavía, no para adorarlo sino para acusarnos de cómo nos portábamos en la tierra. Sin embargo, Dios sabía quién era Job porque vivía una vida cerca de Él, intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal; y bendecido grandemente por Dios: Dios lo guardaba en su alrededor, su casa y todo lo que tenía, como lo hace hoy en día con todos los que temen a Dios, aceptando a Cristo y guardando sus mandamientos (Eclesiastés 12:13-14). El Salmista dice: “Los que confían en el Señor son como el Monte de Sión, que no se mueve sino que permanece para siempre. Y así como Jerusalén tiene montes en su alrededor, así el Señor rodea a su pueblo desde ahora y para siempre” (Salmos 125:1-2). “El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los defiende. Probad y ved que el Señor es bueno. ¡Cuán feliz es el hombre que en Él se refugia!” (Salmos 34:7-8). 

El libro empieza con un Job próspero, profundamente creyente en Dios, pero que de la noche a la mañana sufre una serie de desgracias que incluyen la pérdida de sus propiedades, de la vida de sus hijos y, para rematar, una terrible enfermedad que le provoca grandes padecimientos (Job 1:12-22) pero Job no lo entiende, Dios permite que Satanás pruebe la fe de Job. Y sin embargo, la fe inquebrantable de Job se mantiene: “y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor. Y En todo esto, Job no pecó ni culpó a Dios (Job 1:21-22). Dios permite muchas veces que nuestra fe sea probada, en la prosperidad y en la escasez, para ver cómo está nuestro carácter, y pulirnos y acercarnos más a Él. La mayoría de las personas reniegan contra Dios y no soportan las pruebas porque no están cerca de Él. El que depende de Cristo debería ser el mismo en las pruebas y en la prosperidad porque sabe quien esta detrás de él para sostenerlo. Su vida está en buenas manos; en las manos del que sustenta el universo; en las manos de su Creador, Sustentador y Amigo. Mira la confianza de Dios en las Escrituras: “Pero Sion dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí. ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti (Isaías 49:14-15).

La vida de Job termina cuando Dios le bendijo, otra vez, después de haber pasado la prueba con el doble de propiedades y otra familia, y dice la Escritura que sus hijas eran las más hermosas de la tierra. “El Señor bendijo los últimos días de Job más que los primeros; y tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. Y tuvo siete hijos y tres hijas. Llamó a la primera Jemina, a la segunda Cesia y a la tercera Keren-hapuc.  Y en toda la tierra no se encontraban mujeres tan hermosas como las hijas de Job; y su padre les dio herencia entre sus hermanos.  Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta cuatro generaciones. Y murió Job, anciano y lleno de días (Job 42:12-17). 

Las pruebas no son fáciles porque quien quiere problemas, sin embargo, si estás pasando por una situación similar o parecida a la de Job, recuerda que hay Uno detrás de ti para sostenerte y decirte: “ No temas que Yo estoy contigo, No desmayes que Yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré; siempre te sostendré con la diestra de mi justicia (Isaías 41:10). La Justicia de Dios es Cristo Jesús quien está a la derecha del Padre para sostener el universo entero si es que pecara contra Dios, salvarnos, y con su Sangre preciosa limpiarnos de todo pecado.  

Después de que Cristo venció a Satanás en la cruz del Calvario y le quitó el imperio de la muerte, subió al cielo para representarnos ante el Padre y echarnos una mano como nuestro Intercesor: “¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó[a], el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34);  nuestro Mediador: “Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre” (1ª Timoteo 2:5); nuestro Abogado: “Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado[a] tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1ª Juan 2:1); y finalmente; nuestro Juez: “Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensara a cada uno según su conducta” (Mateo 16:27) cuando venga a juzgarnos pero con un veredicto de Inocentes, y llevarnos a su casa y así, vivir con Él por la eternidad en un mundo sin problemas, sin enfermedades, sin dolores ni conflictos como los que tuvo Job.  Te invito a confiar en él a pesar de todo, hasta que llegue el día en que te explicará todas las cosas. El Señor esté contigo y con tu familia. Amén.