MI LUGAR DE REFUGIO

«Tú, Señor, eres mi fuerza; ¡yo te amo! Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite» (Salmo. 18:1-2).

 

¿Qué es un refugio? La palabra refugio es sinónimo de asilo, de acogida o de amparo, pero también significa lugar adecuado para esconderse. A menudo se utiliza para referirse al espacio que servirá de resguardo a quienes huyen de guerras o conflictos armados y necesitan un techo urgente para cobijarse mientras esperan a poder volver a sus hogares. 

La Biblia dice que una vez establecidos los Hebreos en la Tierra Prometida, apartaron seis ciudades de refugio, una provisión misericordiosa de Dios. “Estas seis ciudades servían de refugio, para que huyera cualquiera que, sin intención, hiera mortalmente a un alma” (Números 35:14-15). Cabe destacar que, aunque el homicida fuera involuntario, tenía que ser ejecutado, según el decreto divino: “Cualquiera que derrame la sangre del hombre, por el hombre será derramada su propia sangre”. De modo que fue una provisión misericordiosa de Jehová Dios el que el homicida involuntario pudiera huir a una de las ciudades de refugio. Al parecer, la mayoría de las personas se compadecían del homicida que huía del vengador de la sangre, pues sabían que ellas también podían cometer una ofensa similar, sin intención, y necesitar refugio y misericordia. Las Ciudades de refugio eran resguardadas por los Levitas, y quienes los juzgaban eran los ancianos de Israel, al escuchar sus casos y dar un veredicto justo al que por accidente mataba a su hermano.

Las cuevas en las montañas son lugares de refugio donde sobreviven muchas personas que huyen de las inclemencias del tiempo y de las persecuciones humanas. 

El sótano en una casa es otro lugar de refugio que te resguarda contra tornados u vientos huracanados que destruyen casas, edificios y todo lo que encuentran.

El bunker es otro lugar de refugio cuya construcción subterránea está destinada a servir de resguardo durante los bombardeos y sus posteriores consecuencias. Los búnkeres suelen ser construcciones con paredes hasta 3,5 m de espesor, desarrolladas con materiales muy resistentes. Por lo general, se encuentran ubicados en lugares subterráneos u ocultos para minimizar la posibilidad de impacto de bombas o misiles, tanto de la aviación como de la artillería. Además, los búnkeres eran lugares de resguardo de alimento y espacio para vivir seguro mientras pasaba la tormenta bélica. Los búnkeres industriales también están construidos para salas de control de actividades peligrosas, por ejemplo, pruebas de motores para cohetes, explosivos experimentales o como almacenaje para elementos radiactivos, explosivos u otros elementos peligrosos, que pueden ser de carácter militar o civil.

Tanto las Ciudades de Refugio, las cuevas, los sótanos y los Búnkeres son lugares de refugio o escondite donde los individuos estaban siempre seguros. Y, a más de esto, el que lo ve todo y lo oye todo, Cristo Jesús, es un Refugio o escondite seguro en todos las circunstancias y problemas de la vida. Y así más o menos se sintió David, el Salmista, en el gozo de su liberación cantó: "Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Y dije: Confesaré mis rebeliones a Jehová. Y tú perdonaste la maldad de mi pecado [...] Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás” (Sal. 32:5-7). [...] Este pasaje de la historia de David rebosa de significado para el pecador arrepentido. Es una de las ilustraciones más poderosas que se nos hayan dado de las luchas y las tentaciones de la humanidad, y de un verdadero arrepentimiento hacia Dios y una fe sincera en nuestro Señor Jesucristo. 

Dice una autora: “No es voluntad de Dios que su pueblo esté cargado de preocupaciones. Pero nuestro Señor no nos dice que no habrá peligros en nuestro camino. No es su propósito sacar a su pueblo del mundo de pecado e iniquidad, sino que nos señala un refugio siempre seguro. Invita a los cansados y agobiados: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar" (Mat. 11: 28). Deponed el yugo de la ansiedad y de los cuidados mundanales que habéis colocado sobre vuestra cabeza, y "llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Vers. 29.) Podemos encontrar descanso, paz y refugio en Cristo, echando toda nuestra ansiedad en él, porque él tiene cuidado de nosotros (1 Pedro 5: 7) (Elena White:Patriarcas y Profetas, pp. 301).

En cualquier circunstancia de la vida que te encuentres hoy: temor a enfermarte en este rebrote del Covid19 o que alguien te contagie, falta de trabajo, deudas, problema de adicciones, estrés, un pecado no confesado, algún ser amado enfermo que tengas en casa o en un hospital, recuerda que el Señor es un Refugio o Escondite de descanso. Por eso dice el Profeta: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3). Y también dice el Salmista: “Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová. El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado” (Salmos 34:17-20). Refúgiate en las promesas del Señor y estarás seguro (a) de toda circunstancia. También dice el Salmista “El sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas” (Salmos 147:3). Dios te de paz y tranquilidad al llevarle todas tus necesidades.