MANTÉN TU CONFIANZA EN DIOS

«Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno» (Job 1:20-22).

 

En estos mementos por dondequiera que vayas puedes ver que hay mucha enfermedad y muerte con el rebrote del Covid19, y en lo personal estoy sorprendido porque desde que todo esto empezó, muchos de mis colegas Ingenieros egresados de la Universidad de Chapingo, no importando la especialidad, están cayendo del deber como profesionistas por esta enfermedad, así como muchos de nosotros que tenemos familiares o amigos que están pasando por esta prueba. Y todo esto lo hace el enemigo de Dios, solo que Dios lo permite para que sea probado nuestro carácter ante las situaciones difíciles de la vida cuando se pierde un ser querido, y de esta manera, o nos acercarnos más a Dios o nos alejarnos más de Él, según nuestra decisión ante estas pruebas.   

Y el libro de Job nos enseña que aun cuando no entendamos todavía por qué Dios permite el sufrimiento, por qué permite hasta cierto punto la acción diabólica en el mundo, el dolor tiene que ver con las cuestiones que están en juego en este gran conflicto espiritual, moral, ideológico y físico entre Dios y Satanás. Se trata de un conflicto entre el bien y el mal, entre la verdad y el engaño. No es que solo estemos en medio de un fuego cruzado entre dos poderes, como podría suceder con civiles en medio de una guerra entre dos potencias y las fuerzas militares que combaten entre sí. Este conflicto sucede no solo en torno a nosotros, sino en nosotros y por nosotros. Somos nosotros los que estamos en juego en él, y la lucha de Dios es por causa de nosotros, por amor a nosotros, en tanto que la lucha de Satanás es contra nosotros, para conquistarnos para su reino de tinieblas y luego destruirnos.

Las Sagradas Escrituras dicen que antes de la venida de Jesús como Mesías a esta tierra, Satanás iba delante de Dios para acusarnos día y noche. Data la misma y dice: “Y un día vinieron los hijos de Dios a presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satán. Y dijo Jehová á Satán: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?  Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: ¿Teme Job a Dios de balde? ¿No le has tú cercado a él, y a su casa, y a todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra. Mas extiende ahora tu mano, y toca a todo lo que tiene, y verás si no te blasfema en tu rostro. Y dijo Jehová á Satán: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano: solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satán de delante de Jehová” (Job 1:6-12)

Dios habla bien de sus hijos en la tierra: hijos perfectos, rectos y apartados del mal; y estas son las características de todos aquellos que han aceptado a Cristo Jesús como su Salvador (Mateo 1:21), su Mediador (1ª Timoteo 2:5), su Abogado (1ª Juan 2:1), su Señor y su Dios como lo hizo Tomás (Juan 20:28), le sirven y le adoran porque Dios el Padre ha extendido un manto de protección y de salvación alrededor de ellos y, por la sangre de Cristo se encuentran justificados, solo por creer en su Hijo Amado (Juan 3:16). Mientras que, por otro lado, Satanás reclama que Dios bendice a sus hijos por interés en dondequiera que estén, los rodea con sus ángeles y los protege. Y le pide permiso a Dios para tocarlos. En el caso de Job, se le dio permiso para tocar todo lo que tenía menos su vida, y por eso en un solo día Job lo perdió todo: sus criados (Job 1:14.15), sus ovejas y a los pastores (Job 1:16), sus camellos (Job 1:17) y sus hijos e hijas (Job 1:18.19).

A pesar de no ocultar su dolor mediante manifestaciones culturales que nos resultan extrañas, como rasgar su manto, rasurarse la cabeza y postrarse en tierra, Job se remonta por encima de la adversidad y es capaz de seguir, a pesar de todo, manifestando su fe, su confianza en Dios; pues el texto bíblico nos dice que “adoró”. Job continuaba pensando que Dios seguía siendo digno de admiración y gratitud, que es lo que implica la adoración.

En nuestro texto de reflexión para hoy, lo que Job está diciendo es que la vida que poseemos, con todos sus dones, no es algo que tenemos por derecho propio, ni que lo hayamos conseguido por mérito nuestro, sino que es un don de Dios que el Creador nos concede cada día como un regalo de su gracia. No vinimos al mundo con nuestra ropa pegada, nuestro auto, nuestra casa, nuestro teléfono celular, nuestro iPad o alguna otra cosa, ni siquiera con la gente que nos acompañó durante nuestra existencia. Cada día, sin que muchas veces reflexionemos en ello, somos bendecidos de una manera abundante por Dios. Si nos faltara tan solo una de esas bendiciones innumerables, dejaríamos de existir. Por eso, no debemos aferrarnos a las cosas materiales sino buscar las cosas espirituales que tienen que ver con nuestra salvación. 

Job no permitió que el sufrimiento lo hiciera abandonar sus principios y su vida espiritual con Dios, al contrario, perseveró con su fe; no dejó que el dolor lo degradara ni que lo tornara en resentido y nihilista, ni buscó ayuda externa como para apaciguar su dolor y encontrar una satisfacción sustituta ante la pérdida y el sufrimiento, como hacen muchos. Lo que es más importante: no “atribuyó a Dios despropósito alguno”. No puso en duda el carácter ni las intenciones de Dios, ni la sabiduría y la bondad de su trato hacia su persona. Creía que “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1:5). 

Probablemente en este momento estés pasando por una situación similar como la de Job, con algún familiar enfermo del covid19, o no tienes trabajo, o no tienes que comer, o ya te cansaste de estos encierros, o lo tienes todo pero no eres feliz. Recuerda que Dios nunca abandonó a Job y, tampoco te ha abandonado en estos momentos en los que la muerte rodea a todo mundo. No pienses que Dios te ha olvidado: "El ojo de Jehová está sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia" (Job 33: 18). Dios tiene cuidado de tu vida, conoce tus luchas y tus necesidades. Haz de Él tu amparo, grande es su misericordia, no temas. Por eso te dice: “No temas, que yo soy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10). “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres” (Josué 1:9). Jesús dijo: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Dios está contigo ahí donde estás: en tu enfermedad, en tus aflicciones, con tu ser amado en casa, o en el hospital. No pierdas tu fe, Dios dará una solución. Solo clama y no dejes de orar. Bendiciones.