LOS PECADOS DE LOS PADRES SOBRE LOS HIJOS

 

«No hagas para ti ningún ídolo ni nada parecido de lo que hay arriba en cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas que están debajo de la tierra. No te inclines ante ellos ni los adores porque yo, el SEÑOR tu Dios, soy un Dios celoso. Castigaré por el pecado de los padres a los hijos, e incluso a los nietos y bisnietos, por culpa de los que me desprecian, pero mostraré fiel amor por mil generaciones a los que me aman y obedecen mis mandamientos» (Éxodo 20:4-6 Versión Palabra de Dios para Todos).

 

El Señor envió a Natán para que hablara con David. Cuando se presentó ante David, le dijo: —Dos hombres vivían en un pueblo. El uno era rico, y el otro pobre. El rico tenía muchísimas ovejas y vacas; en cambio, el pobre no tenía más que una sola ovejita que él mismo había comprado y criado. La ovejita creció con él y con sus hijos: comía de su plato, bebía de su vaso y dormía en su regazo. Era para ese hombre como su propia hija. Pero sucedió que un viajero llegó de visita a casa del hombre rico y, como este no quería matar ninguna de sus propias ovejas o vacas para darle de comer al huésped, le quitó al hombre pobre su única ovejita. Tan grande fue el enojo de David contra aquel hombre, que le respondió a Natán: —¡Tan cierto como que el Señor vive, que quien hizo esto merece la muerte! ¿Cómo pudo hacer algo tan ruin? ¡¡Que pague la cordera con cuatro tantos más, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia!!. Entonces Natán le dijo a David: —¡Tú eres ese hombre! Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo te ungí como rey sobre Israel, y te libré del poder de Saúl. Te di el palacio de tu amo, y puse sus mujeres en tus brazos. También te permití gobernar a Israel y a Judá. Y por si esto hubiera sido poco, te habría dado mucho más. ¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor haciendo lo que le desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas! Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer”. »Pues bien, así dice el Señor: “Yo haré que el desastre que mereces surja de tu propia familia, y ante tus propios ojos tomaré a tus mujeres y se las daré a otro, el cual se acostará con ellas en pleno día. Lo que tú hiciste a escondidas, yo lo haré a plena luz, a la vista de todo Israel”». —¡He pecado contra el Señor! —reconoció David ante Natán. —El Señor ha perdonado ya tu pecado, y no morirás —contestó Natán—. Sin embargo, tu hijo sí morirá, pues con tus acciones has ofendido al Señor (2ª Samuel 12:1-14)… David se arrepintió y escribió el Salmo 51.

Concluyendo de nuestro devocional de ayer, el pecado de David. El Profeta Natán le hizo ver que se había convertido en un adúltero, asesino, y mentiroso y mal dirigente e indigno de la confianza de su ejército. El rey David transgredió los siguientes mandamientos: El 6º mandamiento: “No matarás” (Éxodo 20:13. El 7º mandamiento: “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14), y el 9º mandamiento: “No mentirás” (Éxodo 20: 16).  Y su misma sentencia se cumplió en él “¡¡Que pague la cordera con cuatro tantos más, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia!!. ¿Cómo se cumplió esto en el rey David? Primero, pagó la cordera, se murió su hijo: “Y Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente….Y al séptimo día murió el niño” (2ª Samuel 12:15, 18). Segundo, su hijo Amnón abusó de su media hermana Tamar, hermana de Absalón, hijos de David con otra mujer (2ª Samuel 13:6, 11-14). Tercero, Absalón se vengó dando muerte a Amnón por lo que le hizo a su hermana (2ª Samuel 12:32). Cuarto, Absalón se subleva contra el rey David, su padre; y el general de David, Joab, lo mata con sus diez escuderos, y así murió Absalón (2ª Samuel 18:14-15). Quinto, pasa el tiempo y Salomón, heredero al trono de David, ejecuta a su hermano Adonías, quien quiso usurpar el trono de David, en lugar de Salomón que era el mandato de jehová, Dios (1ª Reyes 2:24-25). 

Pregunta ¿se cumplió la sentencia de la palabra de David? Por supuesto que sí. Deberíamos de tener cuidado de nuestros pecados porque se vuelven a repetir en nuestra descendencia, es decir, nuestros hijos los heredan. Piensa ¿qué pecados tienes en tu vida que no haz confesado a Dios, y por tal motivo, no han sido perdonados. La Biblia dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1ª Juan 1:9). “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13). “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (Salmos 32:5). Nuestros pecados se encuentran escritos en el libro de pecados en el cielo (Isaías 65:6-7) y a menos que día con día busquemos a Dios y pidamos perdón en el nombre de Jesús (Juan 14:13-14) serán borrados. ¿Cómo podemos cortar esta cadena de herencia pecaminosa? Conociendo la Palabra de Dios, arrepentirnos de nuestros pecados y enmendarnos delante de Dios. Transmitiendo este conocimiento del temor de Dios a nuestros hijos, ellos tendrán conciencia y temor de Dios y, ya no cometerán los mismos errores que cometimos nosotros sus padres. Dios te bendiga y te ayude a buscar siempre a Jesús, entregarle tu vida y servirle aquí en la tierra mientras estás vivo porque Él será nuestro Juez cuando venga a juzgar a los vivos a los muertos. ¿Estás listo para ser juzgado (a) y encontrarte con tu Señor?