YUGO DESIGUAL

«No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?  ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo» (2ª Corintios 6:14-16).

 

Introducción

¿Qué es un yugo? ¿Por qué Dios no quiere que sus hijos se unan en yugo desigual con los incrédulos? ¿Qué consecuencias trae en la vida el  hacer yugo con un creyente o con un incrédulo? ¿Qué ejemplos tenemos en la Biblia de yugos iguales y desiguales?

 

Analicemos las siguientes situaciones de yugo:

1) Se define yugo como un armazón que se coloca sobre el cuello de dos animales para que tiren de un arado o de una carreta. De esta palabra se transmite la idea de “uncir; juntar; unir entre sí”. En la Biblia puede designar un “par”: dos burros (Jueces 19:3), una “yunta” (Cuando Eliseo fue llamado al servicio, se alejó de la yunta de bueyes (1ª Reyes 19:19).

 

2) También significa “vara”, con que los levitas trasladaron a hombros el Arca de Yahvé. (1ª Crónicas 15:15), o “percha” con el que una persona transportaba mercancías sobre los hombros, distribuyendo equitativamente el peso en ambos extremos de la barra.

 

3) La palabra yugo además tiene el sentido figurado, como llevar cargas. Para los esclavos el yugo representaba apropiadamente su condición de opresión, sufrimiento. Ejemplo de ello es el caso de los Gabaonitas en los tiempos de Josué, quienes se hicieron pasar por pordioseros para que no los mataran, y por haber mentido Josué los maldijo de la siguiente manera: “A partir de ahora, esta será su maldición: serán por siempre esclavos del templo de mi Dios, responsables de cortar la leña y de acarrear el agua” (Josué 9:23).

 

4) Dios habló del ayuno al Profeta Isaías y le dijo: “¿No saben cuál es el ayuno que me agrada? Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos y romper toda clase de yugo” (Isaías 58:6-9).

 

5) La palabra Yugo, también expresa la sujeción a otra persona, a un gobernante o una nación. A Roboán le dijeron los Israelitas: “Tu padre nos impuso un duro yugo. Si nos liberas de esos trabajos forzados, de ese yugo pesado” que puso sobre nosotros, y te serviremos” (1ª Reyes 12:4). Un yugo de hierro denotaba una esclavitud más severa que un yugo de madera. Dice la Escritura: “Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos que enviare Jehová contra ti, con hambre y con sed y con desnudez, y con falta de todas las cosas; y él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte” (Deuteronomio 28:47-48). Del mismo modo, quitar el yugo significaba liberación de la opresión. Así se representaba la libertad de la “casa de la esclavitud” en Egipto. Por eso cuando Dios habló a los Israelitas cuando los sacó de Egipto, y sigue hablando hoy en día a nosotros para liberarnos del pacado, y darnos sus mandamientos: “Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:1-3). “Yo soy el Señor su Dios, que los sacó de la tierra de Egipto, para que ya no fueran sus esclavos. Yo rompí las correas de su yugo, para que ustedes pudieran caminar con el rostro en alto” (Levítico 26,13). Cuando los Hebreos fueron conquistados y esclavizados por naciones paganas quedaron bajo su yugo: bajo del yugo de Egipto entes de Moisés, bajo el yugo de los Babilonia en tiempos de Jeremías y bajo el yugo Romano en los tiempos de Jesús.

 

6) Y, por último, el yugo con Jesús, quien libera y lleva todas nuestras cargas, y camina a nuestro lado durante toda la vida. Por eso dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30). Este es el más excelente y mejor yugo de la vida porque tienes de compañero al Todopoderoso, al Rey del Universo, al Rey de reyes y Señor de señores, al que todo lo puede.

 

Cuando un joven inicia su juventud, como todavía no se define qué va hacer de su vida, se les hacen las siguientes preguntas: ¿Con quién te vas a casar? Porque esto define a ¿quién vas a escoger como tu pareja durante toda a vida, su aspecto tanto físico (como lo, la quieres) como espiritual (¿está cerca de Dios o es un escéptico o incrédulo?) ¿Qué Dios vas adorar? Lo cual define la fe en un Dios vivo o la fe en un dios muerto, como todo lo que se adora y es hecho por el hombre. Y ¿qué carrera vas a estudiar? Porque todo esto define tu futuro en el éxito o el fracaso, tanto físico como espiritual.

En nuestro texto Dios nos invita a “No unirnos en yugo desigual con los incrédulos porque como dicen los textos: A) ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? En nuestra lucha espiritual los hijos de Dios buscamos siempre la justicia para todos porque somos amigos de Dios. Dice la Escritura:” Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23).      B) ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? y si somos la luz del mundo como dice la Escritura: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una mesa, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16); es porque seguimos el ejemplo de Cristo Jesús, la Luz mayor (Juan 8:12) y de esta manera no andamos en tinieblas espirituales y nuestras obras hacen la diferencia porque el Espíritu Santo trabaja en nosotros. C) ¿Y qué concordia Cristo con Belial? Jesús es el Camino, la verdad y la Vida (Juan 14:6) y en Él tenemos esperanza de vida eterna porque todos los días vamos al Padre en su nombre para confesar y pedir perdón por nuestros pecados, mientras que Belial o Satanás es el padre de la Mentira (Juan 8:44). D) ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? Un creyente es aquel que ha aceptado a Cristo Jesús como su Salvador personal y ha hecho un pacto de seguir sus pisadas en esta tierra, por lo tanto, ha dejado el mundo y sus placeres (los vicios, las parrandas, la vida infructuosa de fornicario o adúltero empedernido, etc.), el ateísmo, la desobediencia… La Escritura dice: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1ª Juan 2:15-17). Mientras que el incrédulo hace lo que piensa, a su manera todo es bueno. D) “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo”. Cuando aceptamos a Cristo Jesús en nuestro corazón es porque Él murió por nosotros y nos salvó por gracia solamente. Dice la Escritura: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). No porque seamos buenos, justos y hagamos las mejores obras de beneficencia sino solo por los méritos de Jesús, quien Intercede ante el Padre por nosotros (Romanos 8:34), quien es el único Mediador entre Dios y nosotros (1ª Timoteo 2:5), quien es el único Abogado justo y defiende nuestra causa ante el Padre (1ª Juan 2:1), y, quien finalmente, vendrá como Juez para juzgar a vivos y a muertos, pero a los que le aceptaron, les dará absoluto perdón.

Y dentro de los matrimonios que se unieron en yugo desigual tenemos:

 A) Sansón con una ramera y con Dalila: “Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella… Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila” (Jueces 16:1, 4). Esta última lo llevó a la ruina y perdió su vista.  

B) Salomón con las mujeres paganas: “Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón” (1ª Reyes 11:1-3). Esta decisión llevó al rey Salomón a apartarse de Jehová Dios y fue cuando vino la apostasía de Salomón.

C) Acab y Jezabel: “Y reinó Acab hijo de Omri sobre Israel en Samaria veintidós años. Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él. Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró” (1ª Reyes 16:30-31).

Conclusión: Con estas bases en mente podemos tener la libertad de aceptar el consejo de Dios o rechazarlo, uno decide en nuestro libre albedrío, y esta decisión puede proyectar nuestro futuro, como un matrimonio exitoso o fracasado, y también el de nuestros hijos, porque los pecados de los padres se transmiten a los hijos. Dios te bendiga y te ayude en la orientación de tus hijos; o si eres joven, en las decisiones para escoger el consejo bíblico. Bendiciones.