LA COSMOVISIÓN BÍBLICA: QUIÉN SOY, DE DÓNDE VENGO Y A DÓNDE VOY

 

« Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos » (Proverbios 15:3).

 

Mientras trabajaba en el Instituto Ángel de Campo impartiendo la materia de Biología (que con la reforma educativa tomaron el nombre de Ciencias 1, 2 y 3), recuerdo que los libros de Biología tenían dos capítulos a cerca de origen de la vida en la tierra, sus eras geológicas y del universo, que te cambiaban tu forma de pensar religiosa y terminabas como un escéptico, es decir, si en casa te habían enseñado que venimos de Adán y Eva, el Padre Nuestro, etc. entonces al aprender todas estas teorías, te quitaban tu idea a cerca de Dios. Dentro de estas teorías están: a) Teoría de la Generación Espontánea, en donde de la nada aparecían organismos vivientes. B) La panspermia, planteada por Anaxágoras en el siglo VI a. C. según el filósofo era posible que la vida se originara en algún lugar del Universo y llegase a la Tierra incrustada en restos de cometas y meteoritos. C) La teoría Quimiosintética de Oparin en 1920 y Haldane en 1930, que postula que la vida comenzó con la formación de compuestos químicos especiales debido a las condiciones de la tierra hace millones de años. D) La teoría de la Evolución de Carlos Darwin, donde en su libro: El origen de las especies, editado en el 1959, describió El origen del hombre a través de la evolución de un ancestro común. E) La Teoría Creacionista, que nos habla del origen del hombre creado por Dios, etc. si tu investigaras cada una de estas teorías encontrarías que hubo hombres, y hay, que se esmeran para obtener tantos conocimientos de esto hasta llegar a Doctorados en estas teorías, y que, hasta las fechas de hoy, las Universidades los siguen ofreciendo como parte de su currículo. Pero ¿cuál de todas estas teorías es la verdadera? Los filósofos y los científicos se debaten con las explicaciones a cerca de la vida.

Las Sagradas Escrituras nos dicen: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:9-10). 

 

Como seres humanos, miramos el mundo a través de filtros que impactan nuestra forma de interpretar y entender lo que nos rodea. Ese filtro se llama cosmovisión, y es fundamental que enseñemos la cosmovisión bíblica, que nos habla de nuestro origen real, a la imagen y semejanza de Dios. Analicemos brevemente nuestra Cosmovisión a cerca del hombre: QUIÉN SOY. Todo mundo cree en Dios de una u otra forma, y trata de agradarle conforme a los dictámenes de su conciencia, aunque no conozca las Escrituras: a través de imágenes que se hace de él, de rituales, de procesiones, de sacrificios, etc. Y esto pasa en todas las religiones y países del mundo. Pero ¿Será que el cristiano tiene una IDENTIDAD? Las Sagradas Escrituras hablando de Jesús como el Creador del Universo dicen:” En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:10-12). Jesús vino a su pueblo, los hebreos, pero ellos lo rechazaron. Entonces Jesús abrazó a todos los gentiles como tú y como yo. Y cuando lo aceptamos como nuestro Salvador personal, entonces somos hijos de Dios, porque permitimos que Jesús nos redima y rescate con su sangre, y ahora tenemos una esperanza: un Amigo, un Señor y un Dios personal que nos ama e interactúa con nosotros. Que día tras día se preocupa por nosotros como un padre amoroso por sus hijos que ama, y nos toma con su brazo Todopoderoso y nos dice: “No temas porque yo estoy contigo; No desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo…” (Isaías 41:10), “Mira que te mando que esfuerces y seas valiente, no temas ni desmayes porque el Señor tu Dios estará contigo a dondequiera que vayas” (Josué 1:9). “Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias…Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová” (Salmos 34:17, 19). Y ahora eres CRISTIANO porque conoces de Jesús a través de las Escrituras. Eres su discípulo y sigues su ejemplo en conducta, amor y fe. Te preparas para el reino venidero y preparas a otros para su segunda venida a esta tierra. DE DÓNDE VENGO. Al aceptar a Cristo Jesús, reconocemos que Él es el creador de los cielos y la tierra, Escrito Está: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses 1:16-17).  Entonces regresamos al Génesis 1 y 2. Y encontramos que el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios en un principio (Génesis 1:26): santo, justo, bueno, perfecto y su eternidad estuvo condicionada por su obediencia a la Palabra de Dios; y con una estatura un poco más del doble de los hombres que hoy habitan la tierra (Historia de la Redención, pág. 21). Que nos puso el sábado como día de descanso y adoración para Él (Génesis 2:2-3). Que el hombre cayó en pecado, perdió estas cualidades, pero Dios tenía el plan para salvar al hombre, y este plan se cumplió con Jesús, quien después de 4000 años simbolizado a través de los sacrificios de corderos, vino a buscar, a salvar y a restaurar lo que se había perdido (Lucas 19:10). Por esto como hijos de Dios tenemos un origen, una identidad y no somos producto de la casualidad o la evolución. Y que mientras el hombre vino de una estatura enorme, según las Escrituras, y por el pecado decreció tanto en tanto en estatura como en longevidad; y no de un ancestro común que, según la evolución, fue creciendo de pequeño y encorvado a un hombre normal. A DÓNDE VOY. Todo aquel que cree en Cristo Jesús tiene una esperanza, ser un día transformado a la imagen y semejanza de su Señor, vivir en un reino donde ya no habrá más llanto, ni dolor, ni enfermedad, ni maldad, ni crimen organizado, etc. Las Escrituras dicen: “Y dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25). “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1ª Tesalonicenses 4:16-18). “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Apocalipsis 21:1-5). ¿Quieres estar con Jesús? Síguelo, adóralo y obedece las Escrituras para estar listo. Yo ya tomé mi decisión: lo acepté como mi Salvador personal, trato de obedecer su Palabra, y guardo sus mandamientos. Dios te bendiga.