“LA BIBLIA Y EL SEGUNDO MANDAMIENTO” 

 

«Si me amáis, guardad mis mandamientos»                  (San Juan 14:15).

 

      Recuerdo que cuando era niño-adolescente siempre que visitaba la casa de mi abuelita, como era la encargada de la Parroquia, me persinaba con todos sus santos y vírgenes que tenía colgados en la pared para que me fuera bien: el santo Niño de Atocha, san Martín de Porres, san Francisco de Asís, san José, san Ignacio de Loyola, la virgen de Guadalupe, la virgen del Socorro, la virgen del Carmen, la virgen de los Dolores, la inmaculada Concepción de María, el Sagrado Corazón de Jesús, etc. E íbamos a Huanímaro, Gto. para hacer todos los viernes (confesarse ante un Cura) en la cuaresma. También recuerdo que desde la niñez se me enseñó a rezar el rosario, día y noche, y lo estuve haciendo todavía, aunque con menos frecuencia en la Universidad, rezando diez credos, siete padres nuestros, diez Aves Marías, y diez Dios te salve María, y lo repetía tanto que me lo memoricé junto con toda la letanía del rosario. Esto lo digo con mucho respeto por todos mis hermanos católicos porque hasta aquí se me enseñó, y lo hacía de todo corazón hasta que llegué al conocimiento de las Sagradas Escrituras, y conocí de Cristo Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida. Me hice cristiano con un “Escrito Está” o “Así dice el Señor” y dejé todas las tradiciones y la práctica de las artes marciales. Llevo ya 27 años de ser cristiano por conversión y convicción.  

Y en este día te invito a estudiar una lección más de la vida de Jesús. ¿Estás conmigo? Analicemos juntos el Segundo Mandamiento de la Ley de Dios.

 

II. NO TE HARÁS ÍDOLO, NI SEMEJANZA ALGUNA DE LO QUE ESTÁ ARRIBA EN EL CIELO, NI ABAJO EN LA TIERRA, NI EN LAS AGUAS DEBAJO DE LA TIERRA. NO LOS ADORARÁS NI LOS SERVIRÁS; PORQUE YO, EL SEÑOR TU DIOS, SOY DIOS CELOSO, QUE CASTIGO LA INIQUIDAD DE LOS PADRES SOBRE LOS HIJOS HASTA LA TERCERA Y CUARTA GENERACIÓN DE LOS QUE ME ABORRECEN, Y MUESTRO MISERICORDIA A MILLARES, A LOS QUE ME AMAN Y GUARDAN MIS MANDAMIENTOS (ÉXODO 20:4-6 Versión Biblia de las Américas).

 

Las Escrituras dicen: «Dios es Espíritu y los que le adoran en espíritu y verdad es necesario que le adoren» (Juan 4:24). Dios no es materia para que lo imaginemos y hagamos imágenes de él porque Dios es santo, bueno, justo, misericordioso, perfecto y eterno. Y analizando ¿QUÉ SIGNIFICA NI EN EL CIELO y quién está en el cielo? La Biblia dice: «Porque tres son los que dan testimonio del cielo: el Padre, el Verbo (Jesús) y el Espíritu Santo; y estos tres son uno» (1ª Juan 5:7). Dios no quiere que se hagan imágenes de ninguna de las tres personas divinas, y cuando se la apareció a Moisés le dijo: “No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis” (Éxodo 20:23); “y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, más a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis”. “Y él os anunció su pacto, los diez mandamientos, el cual os mandó poner por obra; y los escribió en dos tablas de piedra” (Deuteronomio 4:12-13). “Maldito el hombre que haga un ídolo o una figura de metal fundido, hecha por un artesano, y la ponga en un lugar oculto, pues eso le repugna al Señor.” Y todo el pueblo dirá: “Amén” (Deuteronomio 27:15). Además, hubo un rey en Israel que se llamó Josías y cuando le tocó el período de su reinado hizo muchas reformas espirituales porque tanto Judá como Jerusalén estaban adorando a los ídolos y a todas las estrellas del cielo. Está Escrito de él: “Y quitó a los sacerdotes idólatras, que habían puesto los reyes de Judá para que quemaran incienso en los lugares altos en las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalén; y asimismo a los que quemaban incienso a Baal, al sol, y a la luna, y a los signos del zodiaco, y a todo el ejército del cielo” (2ª Reyes 23:5). ¿QUÉ SIGNIFICA NI EN LA TIERRA y quién está en la tierra?  A la luz de la Biblia, no se debe adorar a ningún humano. El apóstol Pedro, el apóstol de los Judíos cristianos en Jerusalén, no se dejó adorar por un Centurión romano. Está Escrito de él: «Y al otro día llegaron a Cesarea, donde Cornelio los estaba esperando junto con un grupo de sus parientes y amigos íntimos, a quienes había invitado. Cuando Pedro llegó a la casa, Cornelio salió a recibirlo, y se puso de rodillas delante de él, para adorarlo. Pero Pedro lo levantó, diciéndole: —Ponte de pie, pues yo también soy un hombre, como tú» (Hechos 10:24-26 versión Dios Habla Hoy). Si uno de los grandes apóstoles de los cristianos Judíos no se dejó adorar, hoy menos. Por lo que no se deben adorar a  los santos apóstoles ni la virgen María porque no murieron por nuestros pecados ni derramaron su sangre para salvarnos; y además tampoco se han ido al cielo como para que sean intercesores ante Dios, porque no tienen el poder para resucitar como lo hizo el Señor Jesús, quién  al 3er día resucitó y se sentó a la diestra del Padre para interceder por nosotros (Romanos 8:34), como Mediador entre Dios y los hombres (1ª Timoteo 2:5), y como nuestro Abogado (1ª Juan 2:1)].

 

¿Cómo se introdujo la adoración de María a la iglesia cristiana? En el tiempo en que el Imperio Romano paulatinamente se iba introduciendo al cristianismo, y como este, ya se estaba corrompiendo por la introducción de costumbres paganas; los obispos acuerdan en el año 431 en el Concilio de Trento en Éfeso que: María podía ser adorada como la madre de Dios y la reina del cielo (Enciclopedia Británica, Vol. 14, pág. 999). En este lugar se adoraba a Diana de los Efesios, en los tiempos de Pablo (Hechos 19:23-27) y fue la misma diosa a la que le pusieron el nombre de María. Y el título de reina del cielo ya existía en el paganismo para la diosa Ishtar, diosa de Egipto o Astarté, diosa de Babilonia y Asiria (Jeremías 44:16-20).

 

¿Quién cambió este mandamiento en la historia? Ya en la Edad Media, la Iglesia tradicional, continuidad del Imperio Romano; en el año 787 cambió el Segundo Mandamiento de la Ley de Dios, y decretó: “la adoración de las imágenes, la cual consistió en arrodillarse ante ellas, besarlas, encenderles velas, ofrecerles incienso y darles culto” (Segundo Concilio de Nicea, Séptima Sesión, año 787).

  Una escritora dice: “Para dar a los convertidos del paganismo algo que equivaliera al culto de los ídolos y para animarlos a que aceptaran nominalmente el cristianismo, se introdujo gradualmente en el culto cristiano la adoración de imágenes y de reliquias. Este sistema de idolatría fue definitivamente sancionado por decreto de un concilio general. Y Para remate de su obra sacrílega, Roma se atrevió a borrar de la ley de Dios el segundo mandamiento, que prohíbe la adoración de las imágenes y a dividir en dos el último mandamiento para conservar el número de éstos” (Elena de White: Conflicto de los Siglos, p. 55).

 

Te invito para que aceptes a Cristo Jesús como tu Único Salvador, su ministerio Intercesor a la diestra del Padre, y que su manto de justicia sea un escudo de protección con toda tu familia. Dios te bendiga.