“LA BIBLIA Y EL TERCER MANDAMIENTO” 

 

«Si me amáis, guardad mis mandamientos»          (San Juan 14:15).

 

»No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios, pues él no dejará sin castigo al que use mal su nombre« (Éxodo 20:7 Versión Dios Habla Hoy).

El tercero de los diez mandamientos prohíbe tomar o usar el nombre del Señor en una forma irreverente o a la ligera porque eso indicaría una falta de respeto a Dios mismo. Este mandamiento tiene que ver con un principio religioso y psicológico de la reverencia, el respeto por alguien más allá de ti mismo, alguien que está por encima de ti.

 III. “NO TOMARÁS EL NOMBRE DE JEHOVÁ TU DIOS EN VANO; PORQUE NO DARÁ POR INOCENTE JEHOVÁ AL QUE TOMARE SU NOMBRE EN VANO” (ÉXODO 20:7 Versión Reina Valera 1960).

La naturaleza y los atributos de Dios, la totalidad de su ser, y especialmente su gloria, se reflejan en su nombre (Salmo 8:1). Dios es “santo y temible” (Salmo 111:9), y la oración del Señor Jesús comienza dirigiéndose a Dios con la frase "Santificado sea tu nombre" (Mateo 6:9), siendo esta una indicación de que en nuestra oración la reverencia hacia Dios y a su nombre, debe ser lo más importante. El nombre del Señor es una representación de su gloria, su majestad, y su Deidad suprema. Debemos estimar y honrar su nombre mientras lo reverenciamos y glorificamos. Hacer algo menos que eso, es tomar su nombre en vano.

La irreverencia es la actitud soberbia, maliciosa e inmoral de aquel que no sabe reconocer la grandeza o el papel de otro ser en algún punto superior. Lamentablemente, esta falta de reverencia se da hoy de dos maneras: 1) La negación y el rechazo abiertos de Dios por parte de la gente secularizada, que toma a Dios y a lo religioso solo como objeto de crítica, de menosprecio y de burla; y 2) el formalismo religioso de aquellos que, aun profesando pertenecer a alguna religión, viven como si Dios no existiera, no tienen verdadera vida espiritual, y su religiosidad no es otra cosa que un club social y ostentación, hablan y viven igual que el mundo secular, y en sus conversaciones y vivencias no hay diferencia religiosa. Toman el nombre de Dios “en vano”.

Hay un sentido más amplio en el que la gente de hoy toma el nombre del Señor en vano. Aquellos que mencionan el nombre de Cristo, que oran en su nombre, y que toman su nombre como parte de su identidad, pero que deliberada y continuamente desobedecen su Palabra, están tomando su nombre en vano. A Cristo se le ha dado el nombre sobre todo nombre, ante quien toda rodilla se doblará (Filipenses 2:9-10), y cuando asumimos el nombre "cristiano", lo debemos hacer con la comprensión de lo que esto significa. Si profesamos ser cristianos, pero actuamos, pensamos y hablamos en una manera mundana o profana, estamos tomando su nombre en vano. Cuando representamos inadecuadamente a Cristo, ya sea intencionalmente o por ignorancia de la fe cristiana como se proclama en las Sagradas Escrituras, estamos tomando el nombre del Señor en vano. Cuando decimos que lo amamos, pero no hacemos lo que él nos manda (Lucas 6:46), estamos tomando su nombre en vano y estamos en peligro de escucharle decir, "Nunca os conocí; apartaos de mí” en el día del juicio final (Mateo 7:21-23).

 

Elena de White dice: "Este mandamiento no sólo prohibe el jurar en falso y las blasfemias tan comunes, sino también el uso del nombre de Dios de una manera frívola o descuidada, sin considerar su tremendo significado. Deshonramos a Dios cuando mencionamos su nombre en la conversación ordinaria, cuando apelamos a él por asuntos triviales, cuando repetimos su nombre con frecuencia y sin reflexión. "Santo y terrible es su nombre." (Sal. 111: 19.) Todos debieran meditar en su majestad, su pureza, y su santidad, para que el corazón comprenda su exaltado carácter; y su santo nombre se pronuncie con respeto y solemnidad" (Patriarcas y Profetas. Pág. 314). 

 

 

¿Cómo responderás a la grandeza de Dios? ¿Con soberbia desafiante, con menosprecio o indiferencia, o con humildad y reverencia? No te olvides de que: “Así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Isaías 57:15).

 

En conclusión: Usar el nombre de Dios en vano es: Cuando dices que lees la Biblia y no vives el amor de Dios en tu casa con tu esposa e hijos (el juez por su casa empieza). Cuando das tu palabra en alguna deuda, y no cumples ni hablas ni pides disculpas y te escondes (paga tus deudas). Cuando quieres dar credibilidad a tu reputación porque nadie te cree por tantas mentiras. Cuando dices que eres cristiano y actúas peor que un mundano. Cuando dices que crees en Dios, estudias la Biblia y no lo haces. Cuando juzgas y criticas a los demás por su religiosidad. Y cuando no pones en práctica tu fe ayudando a tu prójimo. Dios nos ayude a todos porque es nuestro deber y responsabilidad manifestar el nombre de Dios adecuadamente y de forma práctica ante los demás.  Que Jesús entienda su manto de protección y de justicia alrededor de tu familia y que adores a Dios y le sirvas.