"LA BIBLIA Y EL SÉPTIMO MANDAMIENTO"

 

           «NO COMETERÁS ADULTERIO» (Éxodo 20:14).   

                            

Imagina que tu cónyuge te fuera infiel con el mejor de tus amigos, o con tu vecino o con alguien que tú no conoces. ¿Cómo reaccionarías? En ese momento se quebranta la confianza de los votos matrimoniales por la infidelidad conyugal que se hicieron ante un ministro delante de Dios. Un fracaso total, todas tus expectativas se van a los suelos y vienen las decepciones. El adulterio es el acto de tener relaciones sexuales con otra persona que no es tu pareja, dentro del matrimonio; mientras que, la fornicación son las relaciones sexuales premaritales. Ambos son pecado ante Dios porque se quebranta lo más íntimo de una pareja, sus intimidades, y entonces, quien comete adulterio se ve como un ser irracional, solo dando rienda suelta a sus emociones egoístas.

Repasemos lo positivo y lo santo del matrimonio. Dios en el principio hizo al matrimonio santo en el Edén al igual que el sábado, ambos son santos como Dios es santo. Escrito Está: “Entonces el SEÑOR Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea que sea como él». Entonces el SEÑOR Dios hizo que el hombre durmiera profundamente y mientras dormía le quitó una costilla y rellenó esa parte con carne.  Después, de esa parte de su costado el SEÑOR Dios hizo una mujer y se la llevó al hombre.  El hombre dijo: «¡Al fin! ¡Esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! La llamaré “mujer” porque fue sacada del hombre» Por esa razón el hombre dejará a su papá y a su mamá, y se unirá a su esposa; y los dos serán una sola carne (Génesis 2:18, 21-24 Versión Palabra de Dios para Todos).

 

 Cristo, nuestro Salvador, cuando estuvo aquí en la tierra, honró con su presencia y transformó con su poder divino las bodas de Caná de Galilea, realizando allí su primer milagro. Así también enseño a cerca del adulterio y dijo: “Oísteis que fue dicho en los antiguos: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:27-28).  En esta enseñanza, vemos que Jesús dijo que el adulterio no es solamente un acto corporal sino mental. El darle rienda suelta a nuestra mente es adulterio mental, y esto puede ser a través de la pornografía, las películas sensuales, fotos de mujeres al desnudo, videos porno, etc. Porque la mente despierta la sexualidad del individuo y despierta las hormonas con sus pasiones carnales.

 

“El apóstol Pablo nos hace ver lo trascendental de la unión de un hombre con una mujer cuando compara este amor con el amor de Cristo hacia su Iglesia. Y nos da el consejo: «Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla,… Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama» (Efesios 5:21-26, 28).

 El apóstol Pedro les da estas palabras de consejo a los esposos: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1ª Pedro 3:7).

 

Y recordando el voto matrimonial que se hace en un principio:

Dirigiéndose al novio, el ministro pregunta: ¿Toma usted a esta mujer como su legítima esposa, para vivir juntos en el santo estado del matrimonio, según lo ordenado por Dios? ¿Promete amarla, honrarla y cuidarla, en la enfermedad y en la salud, rechazando a todas las demás mujeres, serle fiel mientras vivan los dos hasta que la muerte los separe?” Y contesta el novio: Sí prometo.

Dirigiéndose a la novia, el ministro pregunta: ¿Toma usted a este hombre como su legítimo esposo, para vivir juntos en el santo estado del matrimonio, según lo ordenado por Dios?  ¿Promete amarlo, honrarlo, obedecerle y cuidarlo en la enfermedad y en la salud, y rechazando a todos los demás hombres, serle fiel mientras vivan los dos hasta que la muerte los separe?” Y contesta la novia: Sí prometo.

Entonces dice el Ministro: “Tómense de la mano y repita cada uno conmigo: El novio repetirá estas palabras del ministro: “Yo, te tomo a ti, como mi legítima esposa, para que los dos seamos uno solo desde este día en adelante, para bien o para mal, en riqueza o en pobreza, en prosperidad o en adversidad, para cuidarte y amarte hasta que la muerte nos separe.” La novia repetirá estas palabras del ministro: “Yo, te tomo a ti, como mi legítimo esposo, para que los dos seamos uno solo desde este día en adelante, para bien o para mal, en riqueza o pobreza, en prosperidad o en adversidad, para cuidarte y amarte hasta que la muerte nos separe.” Entonces el ministro presenta un nuevo matrimonio ante la sociedad. Este voto se quebranta solo cuando hay adulterio o con la muerte de uno de los cónyuges. Hasta entonces está libre para volverse a casar de nuevo.

 

 

Elena de White dice: "Este mandamiento no sólo prohibe las acciones impuras, sino también los pensamientos y los deseos sensuales, y toda práctica que tienda a excitarlos. Exige pureza no sólo de la vida exterior, sino también en las intenciones secretas y en las emociones del corazón. Cristo, al enseñar cuán abarcante es la obligación de guardar la ley de Dios, declaró que los malos pensamientos y las miradas concupiscentes son tan ciertamente pecados como el acto ilícito" (Patriarcas y Profetas. Pág. 317).

 

 

Honremos el santo matrimonio de una pareja: hombre y mujer, luchemos para que no se distorsione, seamos leales los cónyuges unos con los otros. Porque por causa del pecado, hoy en día los matrimonios no son como en el principio, ya se llevan a cabo sin la bendición de Dios, hombre con hombre y mujer con mujer. Dios nos ayude a honrar el santo matrimonio porque nuestros hijos nos ven y va a reproducirnos en como tratamos a nuestro cónyuge. Seamos fieles y obedezcamos a Dios. Dios te bendiga.